Crónica de una noche...

No será la primera vez que compartimos la luna.

En la fría y lluviosa noche, sin planearlo demasiado, nos encontramos apasionados dispuestos a entregar más que nuestros lujuriosos cuerpos. Y ahí estábamos, tu y yo dispuestos a compartir más que simplemente piel.

Nuestros ojos, nuestros labios, nuestras manos sin dificultad se reconocen, haciéndose uno en tiernas miradas y apasionados besos... y las caricias juguetonas redibujaban cuerpos.

Nada ni nadie podría detenernos pues la noche estaba a nuestros pies. Las luces se atenuaron, las cortinas cayeron y la cama se dio por vencida. La música sonó haciendo que nuestros cuerpos a ritmo cadencioso se hicieran uno. Nuestros labios por fin se encontraron para jamás dejarse.

Y así pasó la noche hasta convertirse en día, donde nuestros cuerpos tirados de cansancio reposaron húmedos la pasión compartida, donde solo suya fui y solo mío, si quisiera ser.